sábado, 27 de octubre de 2012

EL COMICO DE LA FAMILIA




La escena se repetía todas las noches alrededor de la mesa familiar. Don Luiggi, una vez que la humilde cena finalizaba, contaba sus vivencias. El resto de la familia lo escuchaba con atención y respeto, tanto su esposa Isolina como sus cuatro hijos: Bruna, Albertina, Anna y el menor de todos, Roberto. El narrador no fantaseaba ni un ápice ante la mención de sus terribles días pasados como prisionero en el campo de concentración de Berger Belsen. Simplemente se daba el lujo de hacerlo con cierta dosis de humor que, lejos de banalizar los recuerdos, le permitía sacarlos a relucir sin quebrarse. El niño Roberto se fascinaba con las estentóreas risotadas de su padre, aunque le resultaba extraño que hubiese tanta carcajada en medio de tanta historia horrorosa. De pronto la imagen se volvió difusa y cientos de flashes lo enceguecieron. Desde el escenario del Dorothy Chandler Pavillon Sophia Loren lo llamaba con un conmovedor “Robertoooo”; todos las miradas se dirigieron hacia él y fue entonces que el comediante Roberto Benigni, en su hora más gloriosa, decidió hacer una travesura como cuando era chico. Se trepó al respaldo de una butaca y pisoteando terciopelos, smokings y telas vaporosas llegó como pudo hasta donde estaba la Loren para recibir el premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa de 1998 por “La vida es bella”.
No eran tiempos fáciles en Manciano Misericordia, en la región de Toscana y especialmente en la casa de los Benigni donde se convivía en medio de penurias económicas y un altísimo fervor católico. Es por ello que Luiggi e Isolina decidieron que Roberto ingresase en un monasterio y se formara como sacerdote, pero a veces las cosas no salen como se pretenden. El monasterio fue literalmente arrasado por una inundación.
No obstante, Roberto salió al ruedo a trabajar; primero como ayudante de mago en un circo ambulante pero al mismo tiempo empezó a desarrollar virtudes que lo llevaron a recalar en el grupo “Poetas improvisados” y destacarse como brillante monologuista. Claro está que no sólo se contentaba con hablar y jugar con las palabras sino que les agregaba mucha mímica y manejo corporal. Con esas armas recaló en Roma a comienzos de los setenta frecuentando el circuito de teatro alternativo. Fue ese estilo grotesco el que lo llevó a aparecer en TV en 1976 en la serie “Onda Libera – Tele-Vacca”.
Debutó en cine como actor y guionista con “Berlinguer, ti voglio bene” dirigido por Giuseppe Bertolucci, un film muy criticado y boicoteado por la censura. Pero a Roberto siempre le gustó hacer de las suyas, aunque con algún costo. En 1983 casi generó un escándalo de proporciones cuando en la Fiesta Nacional de la Unidad, ante setecientas mil personas, despotricó contra Dios. Era una época en la que el Partido Comunista Italiano llevaba a cabo una política de entendimiento con los grupos católicos. Benigni fue multado duramente por cargos que iban desde la utilización de expresiones soeces hasta la blasfemia.
Jim Jarmusch lo convocó en 1986 para actuar junto a Tom Waits y John Lurie en “Down by Law”. Su imagen comenzó a ser familiar fuera de tierras italianas,  más aún cuando el mismo director le concedió el honor de ser el taxista romano que en “Night on Earth” lleva a un sacerdote hasta el infarto al confesarle sus pecaminosos pensamientos.
Todo lo que hacía era un éxito de taquilla (siempre junto a su coguionista Vincenzo Cerami),  pero Benigni decidió apostar fuerte y abordar el tema del Holocausto. Se puso en la piel de Guido Orefice, un librero enamorado de Dora (Nicoletta Braschi, su esposa en la vida real) y padre de Josué (Giorgio Cantarini). Romántica en la primera parte, la película se torna angustiante en la segunda, con el campo de concentración “transformado” en un gran juego con el que Guido protegió hasta el sacrificio el cuerpo y la mente de su pequeño. Recibió críticas de diversa índole a las que Benigni respondió señalando: “La vida es bella no es una comedia sobre el Holocausto, es una película sobre el Holocausto dirigida por un comediante”. El film fue reconocido con el Gran Premio del Jurado en Cannes (donde un exultante Benigni se arrodilló y besó los zapatos de un estupefacto Martin Scorsese) y con tres premios Oscar (Mejor película en habla no inglesa, actor protagónico y banda de sonora, a cargo de Nicola Piovani).
En el año 2002 fue invitado a monologar en el Festival de San Remo y se generó una nueva controversia por su presencia y por la posibilidad que Benigni descargase un arsenal de palabras contra Silvio Berlusconi. El comediante fue llevado a los Tribunales para censurar su intervención. Algunos sectores invitaban al público a concurrir con un kit de verduras y huevos para arrojarle a Benigni cuando comenzara a hablar mal de Berlusconi. Sin embargo el show fue antológico y Roberto, que se refirió al Juicio Universal y se burló absolutamente de todo, terminó entonando una emotiva canción de amor. La gente, agradecida, sólo arrojó flores.
La página www.tuttobenigni.it es una pequeña muestra del mundo de este particular artista. Una recorrida por los archivos de video nos permite recordar el momento de “La vida es bella” en que Guido Orefice, disfrazado de mujer y sabiendo que su final de juego se acerca, le dedica un último guiño cómplice a su hijo Josué. O ver la actuación ofrecida en San Remo y disfrutar de un Benigni en estado puro; locuaz, gritón, gesticulante pero a la vez talentoso y sensible al interpretar con todo respeto “Quanto t’ho amato”.  

martes, 2 de octubre de 2012

LA EDAD DE LA CLOTILDE



La señora Perla caminaba por la avenida, agobiada por los dolores y el cansancio, cuando su rostro surcado por arrugas quedó frente a un afiche. Se detuvo; observó la figura de la mujer, su hombro derecho surcado por un bretel levemente caído, la profusa cabellera rubia. Sin embargo lo único que a Perla le llamó la atención fue la mirada, le resultaba familiar. Esa era la misma mirada que tenía Clotilde, su compañera de colegio.
De Clotilde Acosta no se conocen muchas cosas; se sabe que nació en Mar del Plata un día de octubre (podría ser el tres o el nueve) de un año que podría ser 1940 ó 1941 (amen de algunas crónicas periodísticas que arriesgan años más “tempranos”). Luego su familia se mudó a Villa Devoto y la niña siguió el derrotero clásico de la época: estudios, corte y confección y danzas.
Pronto empezaría la mutación de Clotilde; se hizo bailarina y actriz de teatro; dejó de lado su nombre y apellido rebautizándose Nacha Guevara. Los años sesenta venían bastante convulsionados y ella no quiso quedarse fuera. El Instituto Di Tella estaba en plena ebullición y Nacha enarboló la canción de protesta como bandera, influenciada por la poesía de George Brassens y Boris Vian.
Surgen los discos y los temas emblemáticos, aparecen las posturas ideológicas y las actuaciones en café-concerts y teatros. Conforma una sociedad artística y afectiva con Alberto Favero y de allí devienen puestas como “Anastasia querida” y “Las mil y una Nachas”.
En 1974 es amenazada por la Triple A y se exilia en México. Al año siguiente creyó que había pasado todo y regresa pero la bomba que estalla en el teatro Estrellas la convence que los aires ya no son tan buenos aires y Nacha se va.
Varios países de América y Europa disfrutaron de su talento, aunque en Nacha había cada vez menos protesta y más music hall, a la vez que cambiaba su aspecto hippie y militante por un cadencioso porte de mujer de mundo.
Sobrevino la democracia, Nacha dijo “aquí estoy” y volvió al pago. Montó un extraordinario espectáculo en el Teatro Coliseo pero quienes la conocían sabían que ya no era la misma de antes.
Coqueteó con “Eva, el musical argentino”, con el tango y con hombres más jóvenes que ella; frecuentó los salones de la embajada de Estados Unidos y se fotografió con el mismísimo Mr. Todman. Se la veía codo a codo con Amalita Fortabat y entre los años 1993 y 1995 condujo el ciclo “Me gusta ser mujer” en el canal oficial. Allí sobrevino otra mutación; parecía que su cuerpo se hubiese detenido en el tiempo. Nacha adujo que su estado era producto de una profunda meditación, comida sana, armonía interior, mucha agua y cuidados de la belleza. Pautas que se encargó de reafirmar en su libro de autoayuda publicado en el 2001 y cuyo título es “60 años no es nada”.
La página www.nachaguevara.miarroba.com era un muy buen sitio sobre la artista. Allí aparecían con lujo de detalles todos los elementos vinculados con la Guevara; discografía, espectáculos, críticas, letras de canciones e información sobre los últimos pasos dados hasta hace unos años por Nacha (Disputas y Padre Coraje) y su presentación como la alcohólica e histérica Mrs. Robinson en la versión teatral de “El graduado” junto al bisoño Felipe Colombo.

A todo esto, doña Perla llega muy cansada a su casa, se sirve un vaso grande de agua, ingiere sus medicamentos y traga con dificultad mientras piensa qué habrá sido de la vida de  Clotildita.

jueves, 20 de septiembre de 2012

BAJO...PERO EL MEJOR






Llegó, tocó, hizo hablar a su instrumento y se marchó. Así de simple, así de rápido, así de contundente. Con poco más de veinte años se presentó ante el tecladista austríaco Joe Zawinul y le espetó: Mucho gusto, yo soy Jaco Pastorius, el mejor bajista del mundo. El líder de Weather Report lo miró de arriba abajo y se lo sacó de encima aceptando a regañadientes una cinta que Jaco había llevado para la ocasión. Es de suponer que al escucharla, Zawinul debió haber pensado mucho sobre la forma de presentación de ese bajista flaco y pelilargo que desafiaba el porte tradicional de los músicos de jazz. La incorporación no se demoró demasiado, producto de la deserción de Alphonso Johnson. Corría 1976 y el señor John Francis Anthony Pastorius III, el que decía ser el mejor pasó a ser la figura estelar de aquella virtuosa y caliente formación de jazz rock denominada Weather Report.
Patentó un sonido único, el del Fender Jazz Bass con diapasón sin trastes, lo que le permitíó brillar no sólo marcando bases sino también la posibilidad de volar con el bajo, de improvisar como nadie, de generar riffs imposibles, de digitar sus cuerdas como si fuese un punteo de guitarra. En el escenario era un saltimbanqui enloquecido contraponiéndose a la sobriedad con la que se presentaban Zawinul, Shorter, Erskine y Thomas. Es que Jaco no sólo decía que era el mejor sino que lo demostraba con hechos.
La noche del 20 de agosto de 1980 el Luna Park fue un hervidero por la performance de Weather Report y en especial por la de un Jaco encendido que durante tres horas dejó sin habla a la multitud reunida allí. Fue el cierre extraordinario de un Festival Buenos Aires Jazz que tuvo calidad artística adentro y apremios policiales afuera.
Jaco era tan genial como emocionalmente inestable y las dosis de una y otra terminaron hartando a Zawinul que lo expulsó de la banda. Lo reemplazó por otro bajista que tocaba al estilo de Pastorius, sólo que no era Pastorius.
El hombre pasó por un neuropsiquiátrico mientras seguía desgranando notas en big bands de poco renombre; Jaco, el mejor bajista del mundo ya no tocaba ni con Pat Metheny ni era el sonido inconfundible de los trabajos de Joni Mitchell. Sólo lo acompañaban su familia y los restos de su fama. Una noche de 1987 creyó que sus pergaminos eran lo suficientemente pesados para ingresar a un bar; sin embargo el gerente del lugar contaba con dos elementos muy fuertes: no soportaba a los pesados y era un experto karateca. Jaco fallecería días después a raíz de la golpiza recibida. Tenía 36 años.
Su esposa Ingrid y sus hijos le rinden un homenaje muy sentido desde la página web www.jacop.net: fotos de Jaco sobre el escenario y con su gente, fragmentos de interpretaciones solistas, recuerdos personales y una sensación de entrar al mundo de un músico notable, del “mejor bajista del mundo” tal como decía él y con justa razón.

sábado, 8 de septiembre de 2012

UNA CUMBIA TRISTE EN PRAGA






A 16 AÑOS DE LA MUERTE DE LA "PRINCESA" GILDA, UNA VIEJA SEMBLANZA DE ENRIQUE JONTEF PARA LA REVISTA LLEGAS 

Frida camina semiencorvada por el frío mientras una tenue llovizna se cierne sobre Praga.  Se detiene frente a la Iglesia de San Nicolás, en Malá Strana, y aprovecha para cambiar de lado el cassette del walkman. Apreta “play” y el ritmo de cumbia surge imponente acompañando la suave voz de una cantante con nombre de película y destino trágico. Frida sonríe pensando que, al llegar a su casa, alzará a su hijita Gilda y juntas danzarán al compás de No me arrepiento de este amor.
Lejos en el tiempo y lejos de Praga, más precisamente el 11 de octubre de 1961 en Villa Devoto, nacía la hija de Omar Bianchi e Isabel “Tita” Scioli. Fue bautizada como Miriam Alejandra, debido a que algún empleado impidió poner el nombre que los padres deseaban. Tita se había embelesado con el papel que Rita Hayworth había realizado con Glenn Ford en la película de George Vidor. Así  que para Isabel, Omar y el resto de la familia, Miriam Alejandra fue simplemente Gilda.
La infancia transcurrió tranquila, entre clases de piano dictadas por su madre, una habilidad llamativa para la lectura y la práctica de danzas clásicas y españolas. Todo iba bien pero un ataque de hemiplejia de Omar alteró todos los planes familiares y los sueños de Gilda de ser azafata o pediatra. La situación se tornó complicada y, con el fallecimiento del padre, Gilda tuvo que dividir su tiempo entre el magisterio, un trabajo administrativo y un casamiento temprano con Raúl Magnín. De esa unión nacieron sus dos hijos: Mariela Alejandra y Fabrizio. Trabajaba como maestra jardinera en un colegio católico en donde se encargaba de la organización de festivales y obras para chicos. Gilda era carismática y en ese tipo de eventos escolares se animaba a cantar.
La relación con Magnín terminó en separación y apareció Juan Carlos “Toti” Giménez. Un pianista de conservatorio y según algunas versiones, antiguo alumno de doña Tita a quien Gilda conocía de cuando eran chicos. Se dice que hubo un reencuentro en un colectivo, una invitación a la fiesta del colegio, y la sorpresa que se llevó Toti cuando escuchó cantar a Gilda. Otros hablan de una convocatoria para vocalistas por medio de un aviso clasificado y de esa manera se produjo el encuentro. Lo cierto es que la señora Bianchi pasó a ser una de las cuatro cantantes del grupo La Barra y posteriormente integró Crema Americana; formaciones estas que lideraba Giménez cuando se alejó de las filas de Ricky Maravilla.
“De corazón a corazón” fue el primer trabajo solista de Gilda, en 1993. Ella y Giménez tuvieron que batallar bastante con las discográficas porque la imagen de la cantante distaba bastante del modelo de intérprete voluptuosa que imperaba entonces. Tampoco tenía mucha presencia en los habituales programas de televisión dedicados al género tropical.
Pero el fenómeno empezó a crecer y a expandirse más allá de las fronteras; los discos posteriores (Corazón herido, Pasito a pasito, y Corazón valiente) fueron editados en diversos países (México, Paraguay, Chile, Bolivia y Perú). Precisamente en Perú fue consagrada como la gran estrella del Festival de la Cumbia que se desarrolló en Lima, en 1994.
Gilda iba construyendo su carrera y eran varios los seguidores que, muy a pesar de ella, le atribuían ciertos poderes sanadores; las madres alzaban a sus niños enfermos para que la cantante posara su mano sobre las criaturas.
Pero en la tarde del 7 de septiembre de 1996, en la peligrosa ruta 12, un camión proveniente de Brasil embistió brutalmente al micro en el que viajaba toda la comitiva. Fallecieron siete personas entre ellas Gilda, su hija y su madre. Giménez y Fabrizio salvaron su vida milagrosamente.
Hoy en el lugar, el kilómetro 126, se erige el Santuario de los Milagros de Gilda. Es un altar que consiste en una simple capilla construída con ladrillos y chapas. Allí convergen permanentemente cientos de fanáticos y devotos de la cantante santa. El lugar está repleto de ofrendas: osos de peluche, mamaderas, crucifijos, lentes de sol, escarpines y fotos. Los concurrentes rezan oraciones e invocan su ayuda. Los programas de televisión que siempre la trataron con indiferencia suelen dedicarle ahora mucho más espacio. Así, empezaron a construirse los mitos; uno de ellos indica que la canción No es mi despedida, editado en su disco póstumo Entre el cielo y la tierra, fue grabado por Gilda en un cassette casero. El mismo fue encontrado en el lugar del accidente. Otro rumor también poco comprobable tiene como protagonista al mismísimo cantante de U2. Se dice que Bono estaba en un boliche de México D.F. y un grupo de argentinos (cuando no!!) hizo poner Fuiste como música de fondo. El irlandés, según las versiones, entró en estado de shock y quiso saber quien interpretaba ese tema. Es más, aseguran que Bono quería grabar una versión de la cumbia en el disco All that you can’t leave behind. Lo concreto es, en cambio, el nombre “Gilda” para una calle de un barrio tucumano y la labor que hacen los integrantes del club de fans Los Guardianes de Gilda. También son reales los homenajes que se le han rendido en el teatro Astros y los gestos de reconocimiento de Attaque 77 y fundamentalmente Leo García con su idea de realizar un disco tributo.
“Cholito”, el personaje que interpretaba Natalia Oreiro en la telenovela Muñeca Brava, entonaba un tema de Gilda. Por efectos de la globalización, el programa llegó a diversos países; uno de ellos fue la República Checa. Esa canción despertó la curiosidad de un grupo de personas que comenzaron a bajar temas de Gilda en MP3 y finalmente derivaron en la construcción de una página www.gilda.euweb.cz (en idioma checo) dedicada a la cantante. Seguramente ese debe ser el sitio al que también accede Frida, nuestra amiga checa, cada vez que acuesta a “Gildita” mientras canta con acento eslavo Fuiste mi vida, fuiste mi pasión.

domingo, 2 de septiembre de 2012

HISTORIAS E HISTORIETAS

SEMBLANZA DE HECTOR GERMAN OESTERHELD ESCRITA POR ENRIQUE JONTEF PARA LA REVISTA LLEGAS EN MAYO DE 2006





Con unos bigotes inéditos y el sombrero calzado casi hasta los ojos; así caminaba por las calles el hombre de apellido alemán y  talento narrativo poco común. Corría el año 1977 y Héctor no podía darse el lujo de ir con el rostro descubierto. Era conocido, vaya sí lo era, pero también se lo consideraba, para algunos, un tipo peligroso. Había tomado una decisión y a pesar de lo inquietante del momento no iba a haber marcha atrás. Podría haber elegido pasar una vejez tranquila en su chalet de Becar junto a los suyos, pero su ideología y su militancia tardía pudo más. El “viejo” estaba en la mira, como así también sus cuatro hijas. Cuando finalmente los paramilitares lo secuestraron, creyeron que se sacaban un problema de encima. En cambio, lo que generararon fue instalar a Oesterheld en la eternidad y en buena parte de la memoria colectiva.
Héctor Germán Oesterheld nació en 1919 y cultivó desde pequeño su admiración por las obras de Salgari y Stevenson. Sin embargo, su primera vocación apuntó hacia las ciencias naturales, especializándose en Geología. Eso le permitió a Héctor realizar trabajos en la Dirección General de Minas, en YPF y en el laboratorio de minería del Banco de Crédito Industrial. Viajó por el país, pero el gusto por la aventura y la literatura seguía en pie. Por eso Oesterheld dejó la geología y se volcó de lleno al mundo de las publicaciones. Comenzó como corrector y fue haciendo sus primeras armas en la escritura. Luego, asentado ya en la editorial Abril, colaboró con la colección infantil Bolsillitos y fue creador de la revista Gatito. Un día, el director de Abril, Cesare Civita, iluminado vaya a saberse por qué luz, le propuso a Héctor que comenzase a crear guiones para historietas. Este no lo dudó y surgieron así los primeros grandes personajes de la incansable mente de Oesterheld. Empezó a publicar en las revistas Cinemisterio, Rayo Rojo y Misterix las historias de Alan y Crazy, el policial Ray Kilt y Lord Commando (la primera historieta de guerra hecha en Argentina). En febrero de 1952 fue el turno del piloto de pruebas Bull Rocket. Y el 9 de enero de 1953 se publicó El Sargento Kirk con dibujos de Hugo Pratt. Kirk era un desertor asqueado del 7mo. de Caballería y se convirtió en un renegado, llevando una vida errante a través del desierto.
En 1955 se asoció con su hermano Jorge y fundaron su propia editorial, Frontera. Editaron versiones noveladas de Kirk y Bull Rocket y en 1957 sacaron las revistas Hora Cero y Frontera.
En esos tiempos “apareció en escena” el corresponsal de guerra Ernie Pike, dibujado por el tano Pratt y con rasgos inequívocamente parecidos a los de Oesterheld.  En Pike quedaba claramente reflejado el costado humanista de Héctor Era una historieta en la que los héroes no tenían por qué ser buenos y los cobardes no debían ser necesariamente ruines y malvados. Allí el único “villano” era la guerra. Pike estba inspirado en Ernie Pyle, verdadero corresponsal de la Segunda Guerra Mundial, quien no narraba las grandes batallas sino pequeñas historias secundarias, absolutamente humanas.
La lucha de Juan Salvo y los sobrevivientes de una ciudad de Buenos Aires invadida por los Ellos; los combates de la resistencia contra los Manos, los cascarudos, los hombres-robot y los gurbos es quizás el momento cumbre de Oesterheld. El Eternauta se publicó por primera vez en la revista Hora Cero en septiembre de 1957, con dibujos de Francisco Solano López. Sin embargo la historieta tendría dos versiones posteriores en las que influirán las posturas ideológicas de su autor. Efectivamente, en 1969 salió una segunda versión del Eternauta publicada en la revista Gente, con dibujos de Alberto Breccia. En ésta la invasión era el resultado de un acuerdo traicionero entre el Norte y los Ellos, el Norte pactó para salvarse y pagó con el Sur. En la primera versión, los países del Norte y del Sur se unían solidariamente para enfrentar a los Ellos. Hubo muchas quejas de los lectores de Gente (no entendían la presencia de esa historieta en una revista de actualidad) y la editorial decidió que había que finalizar esa inquietante publicación.
Un año antes, la editorial Jorge Alvarez llevó adelante un proyecto basado en una serie de biografías, en formato historieta, de importantes hombres de América Latina y le encargaron el trabajo a Oesterheld. Salió un solo número, la vida del Che Guevara, con dibujos de Breccia padre e hijo (Enrique). El gobierno militar de entonces retiró de la venta el libro y secuestró los originales. El segundo número iba a ser sobre Evita. Nunca salió.
En 1976, Oesterheld sacó El Eternauta, segunda parte, en la revista Skorpio. Hubo desaveniencias con Solano López por el giro radical que Héctor le había dado a la lucha de Juan Salvo. Así, el escritor y el militante se convirtieron en uno solo y, en medio de un ambiente muy denso, Oesterheld, integrante de la estructura de prensa de Montoneros, tuvo que empezar a ocultarse y camuflarse.
En  www.historieteca.com.ar/Eternauta/eternauta.htm encontramos una detallada explicación de cada una de las versiones del “viajero de la eternidad”. La historieta de Juan Salvo, la historia de Héctor Oesterheld; la pasión de un personaje y la de su creador, el que creía fervientemente en que “el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo”

martes, 28 de agosto de 2012

TESTER DE VIOLENCIA (RIVAS)

Anoche comenzó la séptima temporada de "Peter Capusotto y sus videos" y Diego lo hizo con su inconfundible estilo: algunos personajes nuevos y una de sus naves insignias al final del envío. Gracias Violencia Rivas por volver, aún cuando escupas cuatro verdades sangrientas en la cara y grites desaforada, con un vaso de Ballantine's, sentencias tales como:


"Lo hice porque estaba harta de que supongan que cuando una mujer menstrúa se convierte en un monstruo subhumano al que le venden tampones y todo tipo de basura porque la convencieron de que aunque se sienta como el orto tiene que seguir estando fresca y activa, bella y sonriente para seguir agradándole al resto de los idiotas que seguimos bajo el chorro del sifón de bosta que manejan los hijos de puta que siguen aceitando la máquina de fabricar comida de poronga caída".

"Mi hija... ya no se cuál de todas, no la distingo porque no tengo puestos los anteojos de ver pelotudas de lejos. Es antropóloga pero se cagaba de hambre y puso un restaurant étnico donde  si vas te sirven seis ñoquis con una morcilla parada en el plato que dice “te quiero” y te dicen que así la comen en Uganda para que vos sientas la fascinación de probar nuevos sabores. Hartos ya de sobar la gris banana del aburrimiento que te sirven como postre en el menú ejecutivo del fracaso de este restaurant donde te dan de comer la carne podrida de esta sociedad de mierda"
   
"Les digo a todos; hagan que las cosas sean distintas para los viejos, sean vivos y egoístas porque mañana ustedes van ser los viejos que viven aislados y agradeciendo la existencia de la televisión y la radio como si la compañía de un viejo solo la pueda dar un electrodoméstico porque los hijos no tienen tiempo, porque estamos obligados a seguir produciendo y negociando que nos coman el culo para poder tomar la triste leche de la insatisfacción, durmiendo la siesta de mierda que es esta civilización decadente y enferma"

"Y para ustedes... la realidad es una larga fila de pelotudos y la mayoría quiere colarse para ser atendidos primeros...soy la mujer venérea, pruébenme, si se atreven...soretes"

Sencillamente....gracias Violencia.




sábado, 25 de agosto de 2012

LAS ZAPATILLAS BLANCAS CON TIRAS ROJAS

Habré tenido once años cuando rompiendo con una tradición de zapatillas Flecha y Pampero, mis padres me regalaron las primeras Adidas. Fue uno de esos momentos inolvidables de mi infancia, habida cuenta que el costo de ese calzado deportivo por ese entonces era una "millonada". Las recuerdo hasta el día de hoy; eran  blancas con tres tiras rojas refulgentes. El modelo además estaba bautizado: se llamaban Adidas Viena y se diferenciaban de las blancas con tiras azules que se denominaban simplemente Rom. El aroma de esas zapatillas, de auténtico cuero vaca flor, era encantador. No se cuánto tiempo las habré usado, tal vez un año y medio o dos; hasta que un inoportuno orificio a la altura de mi juanete izquierdo, sumado a una mugre anquilosada en su superficie motivaron la jubilación de ese glorioso par de "zapas".
Con el tiempo vinieron otros pares de Adidas; todas blancas o todas negras, las Adidas Wimbledon (con un diseño de tiras rojas y azules sobre fondo blanco), también unas terribles faroleras azules con tiras rojas que me acompañaron en mi campaña handbolera. Algunas veces le fui infiel a mi marca: alguna Reebok, varias Topper, una amadas Puma blancas con tira negra pero nunca, nunca unas Nike (cuestión de lealtades que le dicen).
Hoy, cuarenta años después de aquel regalo fundacional, volví a sentir por un instante esa incomparable sensación infantil al entrar a un negocio de Av. Triunvirato, preguntar por un par de modelos (obviamente, de Adidas) y mientras esperaba que buscasen en el depósito las zapatillas solicitadas, ver en un estante "ese" modelo de zapatillas blancas con tres tiras rojas. Inmediatamente llamé a la vendedora y le dije: suspendé todo y traeme esas en 44/45. Sí, ya lo sé, tal vez no sean exactamente iguales y quizás sean un poco más llamativas que las viejas y formales Viena de la década del 70. Pero no me importa; éstas no tienen nombre pero íntimamente serán rebautizadas como "las hijas de las Viena". Un sincero y justo homenaje para esas zapatillas que me hicieron saltar de felicidad hace nada más ni nada menos que cuarenta años.

LA GUERRA DE LAS PASTAS

Hace unos cuantos meses, navegando por YouTube hallé una verdadera gema: un cantante negro llamado Rocky Roberts cantaba allá por fines de los años 60 un temazo llamado Sono Tremendo en la RAI.
El morocho se contoneaba de manera increíble y hacía pasos que algunos no dudaron en calificarlo como una mezcla de Michael Jackson y Johnny Tolengo.



Lo cierto que ese secreto a voces fue sobre el que se basó la empresa Dánica para promocionar su nueva línea de fideos. Es más que probable que la publicidad haya pasado absolutamente inadvertida para el grueso de la gente amén que les resulte incomprensible su desarrollo de no conocer la performance de Rocky Roberts (a pesar de una gran caracterización realizada por Martín Bossi imitando los pasitos cadenciosos de Roberts).




Pero la "guerra de los fideos" sumó hoy un nuevo capítulo. La empresa Matarazzo redobló la apuesta y se volcó decididamente al rock pesado pergeñando una publicidad impresionante con la cortina musical de Deep Purple !!!!! con su invencible Quemar.



Quedamos entonces a la espera de la campaña publicitaria de los fideos Don Vicente a ver si copan y filman alguna con Red Hot Chili Peppers como música de fondo.

lunes, 20 de agosto de 2012

EL AMIGO ROBERTO PLANTA




FELIZ CUMPLEAÑOS MAESTRO; EN HONOR A SUS 64 AÑOS, ESTA SEMBLANZA DE ROBERT PLANT ESCRITA HACE TIEMPO POR ENRIQUE JONTEF PARA LA REVISTA LLEGAS

Terry Reid no estaba muy convencido del ofrecimiento que le había hecho Jimmy Page. En realidad Reid, cantante de Peter Jay & The Jay Walkers, tenía otros planes, que no eran precisamente los de unirse a una banda que ni siquiera estaba formada todavía. No obstante, Terry le sugirió a Jimmy que si quería un cantante para ese futuro grupo fuese a ver a un muchachito rubio de voz aguda y estridente que participaba de una banda llamada Hobbstweedle. Un veinteañero apellidado Plant.
Robert Anthony Plant, nacido en 1948 en West Bromwich, Sttafforchire siempre estuvo vinculado con el canto. A la temprana edad de trece años comenzó un peregrinaje por distintas agrupaciones. Lo que siempre le interesó a Robert fue el blues y el sonido de la costa oeste americana. Y era innegable que el estilo de cantantes negros como Sonny Boy Williamson y Bukka White influían sobre su estilo vocal. Robert cantó en varios grupos antes de cruzarse en el camino de Page, entre ellos The Crawling Kingsnake Blues Band (donde tocaba la batería un chico llamado John Bonham), Black Snake Moan y The Delta Blues Band.
En 1966 Robert formó el grupo Listen con un contrato con CBS de 3 singles pero no pasó nada. Luego estuvo con The Band Of Joy, donde también tocaba Bonham. Pero todo fue demasiado inestable y la ruptura se produjo a mediados de 1968. En ese tiempo Robert ya había colaborado también con el  músico de blues, Alexis Corner. Cuando Page lo invitó a sumarse al proyecto “Lead Zeppelin” (tal el nombre original, luego modificado por “Led”), Plant ya tenía bastante experiencia como frontman.
Hacía falta un baterista y, claro está, Robert no se olvidó de su amigo y así “Bonzo” Bonham pasó a formar parte del cuarteto junto con el bajista y pianista John Paul Jones.
Se encerraron en un estudio y con sólo treinta horas de grabación surgió Led Zeppelin I. Desde ese primer registro quedaron claras dos cosas: la primera que los “gritos y susurros” de Plant iban a ser una marca registrada del grupo y en segundo lugar la incidencia del aporte compositivo de Robert. Allí comenzarían a reflejarse las obsesiones de Plant, una mezcla de fantasía,  esoterismo y su pasión por Tolkien.
El cantante cultivaba un estilo ambiguo pero avasallador sobre el escenario; camisas desabrochadas, jeans ajustados, micrófono siempre en mano izquierda y ademanes sugerentes con la derecha. Además un absoluto dominio vocal para interpretar blues, reggae, rock fuerte y baladas. Los rankings estadounidenses e ingleses mostraban a Zeppelín siempre al tope. Pero en la vida de Plant sobrevinieron problemas y tragedias casi sin solución de continuidad.
Un accidente de auto sufrido en Grecia junto a su esposa en medio de las presentaciones de Physical Graffiti, en 1975, obligó a la cancelación de la gira. Con Plant fracturado en el tobillo y en el codo, las grabaciones para el disco Presence las hizo sentado en una silla de ruedas. Pero el peor golpe para Robert se produjo en 1977, cuando a causa de una infección estomacal falleció Karac, el hijo de Robert de tan sólo 6 años. Fue un golpe letal para Plant que le generó un estado de semiretiro y  alejamiento de los escenarios. Los rumores de una separación del grupo se hicieron evidentes. Sin embargo siguieron juntos, sacaron un nuevo disco y dieron un recital memorable en Knebworth ante más de doscientas mil personas. Pero un año más tarde moriría Bonzo Bonham  y Robert y Jimmy entendieron que ya no había forma de seguir adelante.
Plant lanzó su carrera solista con éxito manteniendo su estilo; hubo, eso sí algún tipo de reencuentro con Jimmy Page (como el de la fiesta de los cuarenta años de Atlantic Records o en No Quarter, un delicioso trabajo acústico del dueto).
En www.robertplanthomepage.com puede encontrarse información detallada del blondo cantante y su actualidad. Ahí podemos verlo un poco más viejo que EN aquellas épocas en las que Robert Plant (o “Roberto Planta” como graciosamente fue rebautizado en estos pagos) se transformaba cada sábado de trasnoche en el amigo entrañable de un grupo de devotos incondicionales. Esos que visitaban el cine Lara de Avenida de Mayo cada vez que se proyectaba “La canción es la misma” solo para ver, una y otra vez, a Roberto en acción.

sábado, 18 de agosto de 2012

EL EMBAJADOR ALEMAN






UN HOMENAJE AL QUE PROBABLEMENTE HAYA SIDO EL MAS GRANDE GUITARRISTA DE JAZZ SURGIDO DE ESTOS PAGOS, EL NEGRITO OSCAR ALEMÁN

Duke Ellington lo conoció y quiso que Oscar se integrase de inmediato a su afamada orquesta y hasta le pagaría el triple de lo que cobraba. Sólo debía obtener una respuesta afirmativa de la dueña de la compañía. Pero la escultural Venus de Ebano, Josephine Baker cortó de cuajo cualquier posibilidad emparentada con la ida de Oscar. La respuesta, palabras más, palabras menos, fue: “¿Dónde voy a encontrar otro músico como Oscar, que cante en español, francés, portugués, italiano; que baile y toque guitarra, cavaquinho, pandeiro, contrabajo, batería y que además sea un gran compañero?”. Todas esas virtudes se concentraban en la esmirriada figura de Oscar Alfredo “el negrito” Alemán; probablemente el músico argentino más reconocido a nivel internacional.

Oscar nació en Resistencia, Chaco, en 1909. Su padre, Jorge Alemán Moreira, tenía un conjunto folclórico de música y danzas nativas junto con tres hermanos mayores de Oscar. Su madre, Marcela Pereira, era india toba y hábil ejecutante de piano.
Poco tardó Oscar en integrarse al grupo musical; a la edad de seis años ya deslumbraba como un eximio zapateador de malambo. Cuando el conjunto de Moreira se presentó en el Teatro Nuevo (lo que hoy es el Teatro Gral. San Martín), el chiquito maravilló a todos con su destreza. Pero las cosas no venían bien, económicamente hablando, y Moreira decidió cambiar de aire; emprendió viaje junto a los cuatro hijos rumbo a la  ciudad de Santos, en Brasil. Aquí quedaron dos hermanos menores de Oscar a cuidado de la madre.
Pero los acontecimientos tomaron un rumbo trágico: Marcela Pereira falleció en 1920 y los hermanos menores fueron internados en un orfanato. En tanto Moreira se suicidó al año siguiente. Los hermanos de Oscar se fueron por su lado y lo dejaron a la deriva. Oscar comenzó a llevar una vida errante y a subsistir haciendo de todo un poco; su única alegría fue aprender “de oído y de ojito” a tocar la guitarra y el cavaquinho. Pero no pudo evitar, a causa de la poca y mala comida, arrastrar raquitismo de por vida.
Al lado del guitarrista brasileño Gastón Bueno Lobo, empezó a forjar una carrera profesional. Formaron un dúo llamado Los Lobos con el que Oscar pudo volver a Buenos Aires. El repertorio se basaba en tangos, foxtrot, boleros y valses y Oscar ya desplegaba todo su carisma y talento para cantar en varios idiomas y bailar variados ritmos tropicales.
El dúo viajó a Europa a instancias del bailarín negro de tap, Harry Fleming y fueron presentados ante el público como “Los guitarristas hawaianos”, pero no duró mucho, ni la relación con Fleming ni tampoco el vínculo con Bueno Lobo.
En 1931 Alemán ya se presentaba como guitarrista de jazz en el cabaret El Alcazar, de España. Su fama llegó a oídos de la bailarina y cantante de varieté Josephine Baker quien le pidió que fuese el director de los Baker Boys (una formación de veintidos músicos). Hicieron giras por Europa y Africa, tocando jazz, tango, música brasileña y cubana. La sociedad con Baker duró hasta 1938. Oscar siguió recorriendo Europa y se cruzó con popes como Louis Armstrong y fundamentalmente el guitarrista gitano Django Reinhardt con quien compartió escenario en el Hot Club de Francia. De esa época data el recurso efectista de girar y apoyar la guitarra sobre sus espaldas y ejecutar de esa manera fragmentos de canciones.
Pero las cosas se habían puesto demasiado duras en Europa; Oscar sufrió una golpiza en París por lo cual tramitó la repatriación. De vuelta en Argentina, logró un gran éxito con el tema “Rosa madreselva”. Aquí se puso al frente de un quinteto constituído por tres violines, contrabajo y batería. Pero poco a poco fue alejándose del jazz para transitar un camino más comercial. En 1943, su versión del clásico “Bésame mucho”, vendió la friolera de un millón de copias. Sobrevinieron épocas en las que su sola presencia convocaba una multitud como sucedía en los bailes de Carnaval. Después cayó en el olvido y fue rescatado allá por la década del 70 por una nueva generación de fanáticos del jazz que lo veneraron como un grande, más allá de su fallecimiento en octubre de 1980.
La página www.oscar-aleman.com.ar fue hecha con motivo del estreno del film documental sobre Alemán, realizado por Hernán Gaffet. Su título, “Vida con swing”, pareciera resumir su espíritu y su singular derrotero.  

miércoles, 15 de agosto de 2012

LA LEYENDA DEL INDOMABLE





UNA SEMBLANZA DEL GENIAL KURT COBAIN, POR ENRIQUE JONTEF PARA LA REVISTA LLEGÁS


El muchacho rubio y su amiga habían bebido alguna copa de más y comenzaron a filosofar. El tema en cuestión versaba acerca de la posibilidad de una revolución juvenil. Palabra va, palabra viene, la chica se levantó y escribió en una de las paredes: “Kurt huele a espíritu adolescente” (Kurt smells like teen spirit). El muchacho se envalentonó; tomó esa frase como una señal, se vio a sí mismo como líder de esa insurrección. En realidad, la amiga, lo único que quería destacar era que Kurt, efectivamente olía a Teen Spirit, un desodorante de venta libre de principios de los noventa. Fue producto de esa confusión y de divagues sobre la revolución que surgió un sonido, un impactante rasguido de guitarra, y una canción que, a su manera, generó su propia revuelta.
En 1967, año en que Jimi Hendrix plasmó Are you experienced?, Janis Joplin partió cerebros en el festival de Monterrey y Jim Morrison asombró con el album debut de The Doors, nacía Kurt Donald Cobain, en Hoquiam, Washington. De pequeño sus inquietudes artísticas pasaron por la pintura y el dibujo en medio de un asfixiante clima familiar. A través del regalo de un tambor, la música llegó a su vida. A los catorce, un tío le obsequió una guitarra de segunda mano para zurdos y un amplificador de diez vatios de potencia. Las clases de guitarra le resultaban insoportables y se encerraba a generar acordes por su cuenta.
La separación de sus padres lo llevó a vivir como un ocupa y un tiempo bajo el puente del río Wishkah. En ese peregrinar conoció a un personaje tan particular como él y de llamativa altura llamado Chris Novoselic. Formaron un grupo, Fecal Matter, en el que Kurt era el baterista y Chris tocaba guitarra. Pero el bajista los abandonó y se produjo un enroque de instrumentos. Hubo que salir a buscar baterista y después de varios intentos, un amigo de un amigo, Chad Channing, se encargó de los parches. Tenían destino de agrupación durable y debieron pensar en un nombre. Este provino del estado de la suprema sabiduría; de allí en adelante serían Nirvana.
Para Bleach, el primer trabajo, Cobain resolvió las letras de los temas en el estudio mismo, acorde con el sonido nervioso y furibundo de la banda. No eran letras elaboradas sino unas cuantas frases sueltas o estribillos que se repetían constantemente. Al desgastarse la relación con Channing, entró en escena otro batero, natural de Ohio, Dave Gröhl. Cobain era el abanderado de un nuevo estilo, el grunge y eso le permitió a Nirvana entrar en la consideración positiva de varias compañías, entre ellas Geffen. Todo era muy rápido, demasiado quizás y Cobain necesitó apoyarse en la heroína para resistir los embates del éxito.
Un bebé desnudo sumergido en una pileta, un dólar amarrado a un anzuelo, un sonido crudo y visceral, un track oculto llamado Endless y además “Smells like teen spirit” vociferada por Cobain; todo eso formó parte del disco fundamental de la década del 90: Nevermind. Sólo llevó tres semanas de estudio y vendió más de quince millones de copias. Cobain se transformó en símbolo de una generación. Y no le gustó mucho, él solo quería ser músico.
Buenos Aires conoció sus vaivenes emocionales cuando en la noche del 30 de octubre de 1992 ante un Vélez repleto dejó a todos con las ganas de escuchar Smells… porque se había abucheado al soporte y protegidas de Cobian, Calamity Jane. Amagaba el riff y después encaraba para otro tema
La actuación  en el “unplugged” de la MTV también tuvo el toque Cobain; le pidió al realizador que la escenografía del escenario desbordara de velas y flores. El productor trató de disuadirlo señalando que eso parecería un funeral y Kart respondió que eso era lo que exactamente pretendía.
Llegó la última actuación en el Terminal Linz de Munich, un primer intento de suicidio en Roma mezclando somníferos y champán. Y el último tiro el 8 de abril en su casa de Seattle.
La página www.cobain.com es generosa en cuanto a la cantidad de imágenes de Cobain. Un revolucionario de la música que se cansó de todo a los veintisiete años. Casualmente la misma edad que tenían Hendrix, Joplin y Morrison cuando también dijeron basta.

lunes, 13 de agosto de 2012

¿ESTÁ EL ENEMIGO?... QUE SE PONGA




UN HOMENAJE AL GRANDIOSO HUMORISTA ESPAÑOL MIGUEL GILA, PUBLICADO ORIGINALMENTE POR ENRIQUE JONTEF PARA LA REVISTA LLEGÁS.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el joven Miguel no podía recordar ninguna tarde remota ni a un padre que lo llevara a conocer el hielo en Madrid. Simplemente porque cuando Miguel nació, allá por marzo de 1919, su padre ya había fallecido dos meses antes. Y ahí estaba, delante de una tropa falangista, obnubilada por el alcohol y con las armas apuntando hacia su humanidad y la de algunos otros. Varios cayeron por la balacera pero Miguel tuvo la infinita suerte de no ser alcanzado por ningún proyectil ni que nadie se acercase a dar el tiro de gracia.
Miguel hasta allí había recorrido un camino difícil: a lo ya dicho acerca de la niñez pobre y la ausencia de padre, se agregaba el abandono de los estudios a los trece años, los diversos oficios que tuvo que aprender; pintor de coches, mecánico de aviones, fresador. Todo era mitigado por su pasión por el dibujo. El horror de la Guerra Civil  no hizo más que alimentar el espíritu zumbón de Miguel Gila Cuesta, probablemente el cómico monologuista más brillante de la historia española.
En el comienzo de la guerra, Miguel ya era militante de las Juventudes Socialistas y se enroló en el Quinto Regimiento comandado por Enrique Lister. Tiempo después sobrevino el episodio del fusilamiento frustrado. Luego de la contienda estuvo prisionero en celdas de Yeserías, Carabanchel y Torrijos. Fue por ese entonces que compartió calabozo con el poeta Miguel Hernández, que pese a su maldita tuberculosis disfrutaba de los dibujos y viñetas que Miguel pergeñaba. Su tour como recluso finalizó con cuatro años prestando servicio militar forzoso.
Gila comenzó su relación con los medios transmitiendo partidos de fútbol para Radio Zamora. Sin embargo el gran  cambio se produjo una noche de 1951, a partir de una actuación improvisada en el teatro Fontalba de Madrid. Aquella noche se representaba una función de una obra exitosa. Aprovechó una distracción y saltó desde el puesto del apuntador hacia el escenario. Quedó de frente al público, que se mostró atónito ante su presencia. Allí estaba Gila, disfrazado de soldado, con un fusil de mentira y preguntándole a la gente: ¿Esta es la salida del metro de Goya?. Cuando alguien respondió que ese era el teatro Fontalba, Gila, sin mayores preámbulos, empezó a contar por qué se encontraba allí. Monologó sobre los avatares de un voluntario en una guerra. Le bastaron tan sólo veinte minutos para cautivar a los espectadores y  recibirse de estrella.
Si bien sus dibujos fueron publicados en revistas como La Codorniz, Hermano Lobo y Exedra, su fuerte radicó en aquellas desopilantes llamadas telefónicas, generalmente basadas en episodios “bélicos”, en especial uno, decididamente memorable, que decía algo así como: Está el enemigo?, que se ponga... Cuándo piensan atacar?...el lunes. Y ¿a qué hora?...Anda, a las siete que estaremos todos acostaos...¡No podrían atacar por la tarde?, después del fútbol?
Gila, con esa rara mezcla de disparate e inocencia aunque no exenta de gracia inteligente y crítica, tomaba su propia historia, su propia ideología y la transformaba en un humor vengativo, un humor de los vencidos, en pleno auge del franquismo.
El mismo Ernest Hemingway lo invitaba frecuentemente con varias copas de daiquiri en alguna mesa del Chicote de Madrid, sólo para escuchar a Gila desarrollar sus fantásticos soliloquios.
Al atacar el militarismo, los convencionalismos o el sentido común impuesto, se ganó enemistades varias, generalmente ubicadas del lado del generalísimo. Fue censurado y encarcelado en varias oportunidades. Y cuando se hartó de todo ese atosigamiento y de la Ley de Prensa del franquista Manuel Fraga, a la que Gila calificó como “un escarnio y una burla”, se autoexilió en Buenos Aires en 1968.
Varios sábados se pudo disfrutar a Gila en la pantalla local, pero un día, la Junta Militar Argentina lo mandó llamar. Querían que hiciese un programa de humor semanal  (en la época del Proceso!!!); esto fue lo que motivó a Gila a emprender la vuelta a su patria y seguir desparramando su talento, ya afincado en Barcelona, donde murió en el 2001.
La página www.el-mundo.es/fotografia/2001/07/cultura/gila/ nos permite rescatar imágenes  de un maravilloso cómico, que, dotado de una camisa roja y un teléfono negro con disco, utilizó “con malicia” la inocencia del lenguaje para transformar su arte en un arma de ataque, ante quien correspondiese.

jueves, 2 de agosto de 2012

CANCION CON TODOS...LOS TRAPOS


Un hincha de Boca de las primeras décadas del siglo pasado, admirador del  arquero Américo Tesorieri,  pensó que la mejor manera de expresarlo era tomar un ritmo de murga y cambiarle sensiblemente la letra. Así le rindió honores al portero señalando su fantasiosa virtud de contener tiros desde los doce pasos acomodado en un asiento. Podría decirse que a partir de ese día nació el género musical conocido como “canto de la hinchada”.
Con versos ingenuos o palabras soeces, con frases hirientes o mensajes cargados de ironía,  quienes cultivan esta forma de expresión  realizan un minucioso ejercicio de rima, métrica y entonación. Una vez adaptada la melodía a las necesidades requeridas la pieza rumbea hacia su bautismo de fuego, hacia la posibilidad de extenderse como canto popular en la comunidad futbolera o hacia el más oprobioso de los rechazos.
Hubo fórmulas que apelaron a la sencillez, sin necesidad de una gran elaboración: Lo vamo’ a reventar/ lo vamo’ a reventar (Tomado del original de Rodolfo Zapata “No vamo’ a trabajar”) o Dale campeón/ dale campeón (con melodía de “Los muchachos peronistas”) formaban parte del clasicismo de las hinchadas  Pero con el correr de los años el canto se transformó en un arte de expresión complejo, en una postura de identificación ante propios y extraños, tan importante como la camiseta y los trapos.
Con el auge, en la década del 70, de los programas musicales en televisión (tales como “Música en libertad” y “Alta tensión”), las hinchadas obtienen un material invalorable que en muchos casos perdura hoy en día. Tony Ronald interpretaba, por ejemplo: “El amor como el viento/ un día se va” y se reversionó como “Me parece que Boca no sale campeón/ sale el rojo/ sale el rojo/ si señor”; Francis Smith decía “Movete chiquita movete/ sacate esa timidez/ estoy hecho un demonio/ nadie me para esta vez”  y se transformó en “Movete River movete/ movete dejá de joder/ esta hinchada está loca/ hoy no podemo’ perder”. O en “La reina de la canción”: Pasa todos los días/ bailando sola en su habitación/ sueña que la descubren/ para que baile en televisión” quedó como “Muchas veces fui preso/ y muchas veces lloré por vos/ yo a Racing lo quiero/ lo llevo adentro del corazón”.
Esos eran tiempos de “Feliz domingo” en canal 9, y Marcelo Dupré interpretaba inocentemente “No, no te vayas mi amor”; las brigadas de las populares se apropiaron del estilo y lo transformaron en un emocionado canto de despedida “No, no te vayas campeón/ oh, oh, oh/ quiero verte otra vez”.
Cuando juega nuestra selección y se grita: “Vamo’, vamo’ Argentina/ vamo’, vamo’ a ganar/ que esta barra quilombera/ no te deja/no te deja de alentar”, tal vez no se recuerde el origen de la melodía. Era una propaganda impuesta por José López Rega a fines de 1974 y que decía: “Contagiate mi alegría/ y reíte como yo/ que hoy es tiempo de esperanza/ de buscarenlaunidadlapazquenosdaráelamor” (cántelo así como está escrito porque si no se pierde la melodía).   
Ejemplos hay muchos, pero si te interesa tener un amplio panorama de la creatividad tribunera ingresá a www.canaltrans.com/deportes/hinchadacanta.html.  Allí podrás consultar las canciones del club de tus amores y su vez ver en que andan los hinchas de la contra, en lo que a inspiración se refiere. Un dato interesante también es la posibilidad de leer los gritos de aliento pertenecientes a simpatizantes de equipos extranjeros, como América de Cali, el Olimpia paraguayo u Once Caldas.
Las canciones de hinchada que se generan en la actualidad tienen sus raíces en la cumbia y en grupos como Los Auténticos Decadentes, La Mosca y Los Piojos, entre otros. Pero todavía hay lugar para alguna vieja joyita. Si no pregúntenle a un hincha de Argentinos Juniors, por ejemplo qué es lo que siente cuando, con ritmo de Johnny Tolengo (el personaje de Calabró) canta: “El día que me muera/ yo quiero mi cajón/ pintado rojo y blanco/ como mi corazón”.

EL LEGIONARIO RUSSO


POR ENRIQUE JONTEF, PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA REVISTA "LLEGAS"

La enfermedad avanzaba inexorablemente; había perdido casi 20 kilos y se negaba a ingerir el cóctel de medicamentos. No probaba bocado ni recibía visitas en su departamento de Ipanema. A Renato ya no le interesaba nada. Y en la madrugada del 11 de octubre de 1996 el máximo poeta del rock brasileño dijo basta.
“No podemos dedicarle media hora de noticiero (el Jornal Nacional de la Rede Globo) a un músico que al fin y al cabo no fue tan importante” dicen que dijo en la reunión de producción la presentadora Lilian Witte Fibe. Su compañero de tareas, William Bonner, pensó entonces que la mejor manera de contraponer ese argumento sería recitando de memoria la letra del tema Faroeste Caboclo. Ciento cincuenta y nueve versos y nueve minutos después se cerraba la discusión; Renato Russo sería homenajeado durante media hora en el noticiero más visto de Brasil.
Renato Manfredini Junior nació en Río de Janeiro en marzo de 1960; su padre, un economista del Banco do Brasil, su mamá, profesora de inglés. Una infancia propia de la clase media alta; a los siete años su familia se trasladó a Nueva York siguiendo los pasos del padre y allí Renato, un chico con incipientes inquietudes culturales, inició sus estudios   dominando sin inconvenientes el idioma.
El retorno al país, en 1975, sería bastante traumático; los Manfredini se instalan en Brasilia y Junior sufre una extraña enfermedad ósea que le impediría caminar por dos años. No obstante las dificultades físicas, Renato comienza a volar con su imaginación a partir de la lectura creando situaciones y personajes. En uno de esos juegos sueña con ser la voz lider de una banda ficticia y como cantante adoptaría el nombre de Eric Russel. Ese “apellido” surge (según dicen) a partir de su admiración por los filósofos Jean Jacques Rousseau y Bertrand Russel como así también por el pintor naif Henri Rouseau. Tiempo después “Russel” dejaría paso al definitivo “Russo”, Renato Russo. 
Amante del punk rock, admirador de Sex Pistols y The Ramones, entre otros, Renato forma la agrupación (esta vez real) Aborto Eléctrico, un power trío en donde Russo se encarga del bajo. Más allá de cierto éxito la banda se disolvió rápidamente por agresivas diferencias internas.
Renato resuelve entonces erigirse en el Trovador Solitario presentándose solo con su guitarra. De esa época es el tema Faroeste Caboclo, el de los ciento cincuenta y nueve versos, en el que se narra la trágica y cautivante historia (con ingredientes de sexo, violencia y drogas) de un delincuente llamado Joao do Santo Cristo. Tiempo después esa canción se transformaría en el emblema de un grupo que Russo comienza a armar en 1978,  Legiao Urbana.
 Con Legión se inicia una etapa de consolidación artística de Russo pero plena de vaivenes emocionales que lo llevaron tanto a querer cortarse las venas como a excederse en lo que atañe al alcohol y a la heroína.
Musicalmente, el grupo se ubica lejos del tradicional sonido brasileño de exportación. Es un rock a veces visceral, a veces melodioso en el que la voz potente y segura de Russo domina todo; sus letras combinan testimonio, ironía y belleza (recordar las versiones que Attaque 77 realiza de dos de sus temas: Fábrica “Nuestro día va a llegar/ tendremos nuestra vez/ no es pedir de más/ quiero justicia” y Perfección: “Vamos a celebrar la estupidez humana/ la estupidez de todas las naciones”).
Legión crece fronteras adentro y sin aparato de marketing; esto le genera algunos problemas a la banda que los aparta de las actuaciones en vivo.
Russo, en tanto, habiendo ya declarado públicamente su homosexualidad, se interna en una clínica para rehabilitarse de su adicción al alcohol. Poco tiempo después confirmaría algo que sospechaba y que le generaba tensión e irritabilidad: era portador de SIDA.
Siguió adelante; hizo en solitario dos bellos trabajos. Uno, en conmemoración de los 25 años del surgimiento del movimiento gay en Estados Unidos (cantado en inglés) y otro llamado “Equilibrio distante” con temas en italiano.
Son varios los sitios que homenajean a Renato Russo, uno de ellos es www.portallegiaourbanacom.br con la historia de la Legión, acordes de todos los temas, una muy interesante colección de fotos y videos. Es bastante completa y se presenta como una buena  oportunidad para ejercitar el portugués pero, fundamentalmente, para conocer la vida y la prosa de Renato Russo, un artista único, un legionario valiente.

miércoles, 1 de agosto de 2012

BOMBON SUIZO

La reunión transcurría febrilmente en las oficinas de la calle Olleros. Allí, los think tanks de Ideas del Sur (Marcelo Hugo, Hoppe y Prada) debatían acerca del rumbo incierto en el que deambulaba en materia de rating la joya de la abuela. 
Los dos productores intentaban convencer al zar de Bolivar acerca de un imprescindible cambio de timón que les permitiese superar en audiencia al exitoso Graduados. “A ver, Marce; estamos en el horno; ya probamos todo: incorporamos a Florencia Peña y la trataron de vendida; metimos todo el despelote del clan Bal-Barbieri en el estudio (intentamos contratar a Carlitos Scazziota como hermano “postizo” de Bal pero no logramos ubicarlo); repetimos con la enana, metimos al colombiano que baila con una sola pierna, nos jugamos con la chiquita down y los turros de TVR la compararon con Mamá Luchetti; nos trajimos a la Nannis con los dos boludos de los hijos y nos está costando más caro que alimentar un tigre con bombones; Marce...tenemos que dar un giro de 180°; probemos con “Discriminando por un sueño”; total, ya tenemos contratada a Voula Papachristou...hagamos el intento con Michel Morganella”. El señor sanlorecista se los quedó mirando y con la vista perdida musitó: “Y ese, quién carajo es?”. “Es un futbolista, un defensor suizo que acaba de bardear mal a los coreanos por Twitter y lo expulsaron de los Juegos Olímpicos”. Tinelli entrecerró los ojos y pensó en voz alta: “Bueno, se me vienen a la mente algunas ideas: 1) Podríamos formar una pareja de baile entre Morganella y la Señorita Lee (la secretaria de Larrea en Seis para Triunfar); 2) Si eso falla, hablo con Caruso Lombardi para que juegue en San Lorenzo, le damos un poco de manija y lo vendemos al fútbol ruso en seis palos verdes, un negoción; 3) Le hacemos una cámara oculta en la que tenga que recorrer la Avenida Avellaneda y entre a comprar en todos los negocios de los Kim, los Lee y los Hyung; se imaginan al irascible Morganella y a los coreanitos diciéndole “no entiende, no entiende”?, jajaja, qué plato, me duele la panza de la risa; 4) Hacemos que el sueño de Morganella sea por la reapertura de la Casa Suiza en la calle Rodríguez Peña; 5) Hacemos que integre dupla central con el Chavo Desábato, otro gran discriminador de los negros...genial, genial”. Y así, mientras Tinelli se babeaba pensando en los réditos que podría brindarle Morganella, tanto Hoppe como Prada comenzaron a hacer llamados desde sus modernos celulares hacia Londres y Berna para intentar convencer a este nuevo descerebrado para que se incorpore a las huestes de Ideas en la próxima temporada. Por las dudas, ya empezaron a averiguar si el idiota tiene alguna novia fashion y una suegra de esas que hacen trizas cualquier billetera de un caballero.

UN SALTO TRIPLE AL VACIO

La atleta griega de salto triple Voula Papachristou declaró en su twitter "Con tantos africanos en Grecia... los mosquitos del oeste del Nilo comen por lo menos comida casera". La frase, un dechado de corrección política, provocó la inmedi
ata expulsión de la blonda helénica de la competencia olímpica. Ante eso, los productores Chato Prada y Federico Hoppe se pusieron inmediatamente en contacto con la incontinente verbal para que sea una de las estrellas convocadas al Bailando por un Sueño 2013. Se imaginan al Sr. conductor presentándola: "Buenas noches Américaaaaaaaa, hoy es un honor recibir en el estudio Romina Yan a una chica que se las trae; la hermosa y polémica... Voula Papchristouuuuuuuu !!!!!!!!!!!! (en un canto a la obviedad la tipa entra al compás de Zorba, el griego). Tinelli mirando a cámara: Ah, bueeeeennnnoooo, pero qué minón que es Voula. A ver, mirénla bien, les parece que un bomboncito así puede odiar a los negros??????. Voula, vos sabés que yo no hablo muy bien el "grecio", pero...si yo te dijera "negrópulo", vos qué me contestarías????. Todo esto ante las risotadas forzadas del propio Tinelli y su caracterizado jurado. Es probable que ante tal situación, Voula Papachristou lleve a cabo su especialidad (no, putear a los negros, no) sino ejecutar un salto triple en dirección a la puerta de la calle Olleros pensando que hubiese sido mejor quedarse en Atenas a tener que enfrentarse a estos nabos que hacen cualquier cosa con tal de conseguir un punto de rating.