Con unos bigotes inéditos y el sombrero calzado casi hasta
los ojos; así caminaba por las calles el hombre de apellido alemán y talento narrativo poco común. Corría el año
1977 y Héctor no podía darse el lujo de ir con el rostro descubierto. Era
conocido, vaya sí lo era, pero también se lo consideraba, para algunos, un tipo
peligroso. Había tomado una decisión y a pesar de lo inquietante del momento no
iba a haber marcha atrás. Podría haber elegido pasar una vejez tranquila en su chalet
de Becar junto a los suyos, pero su ideología y su militancia tardía pudo más.
El “viejo” estaba en la mira, como así también sus cuatro hijas. Cuando
finalmente los paramilitares lo secuestraron, creyeron que se sacaban un
problema de encima. En cambio, lo que generararon fue instalar a Oesterheld en
la eternidad y en buena parte de la memoria colectiva.
Héctor Germán Oesterheld nació en
1919 y cultivó desde pequeño su admiración por las obras de Salgari y
Stevenson. Sin embargo, su primera vocación apuntó hacia las ciencias
naturales, especializándose en Geología. Eso le permitió a Héctor realizar
trabajos en la Dirección General de Minas, en YPF y en el laboratorio de
minería del Banco de Crédito Industrial. Viajó por el país, pero el gusto por
la aventura y la literatura seguía en pie. Por eso Oesterheld dejó la geología
y se volcó de lleno al mundo de las publicaciones. Comenzó como corrector y fue
haciendo sus primeras armas en la escritura. Luego, asentado ya en la editorial
Abril, colaboró con la colección infantil Bolsillitos y fue creador de la
revista Gatito. Un día, el director de Abril, Cesare Civita, iluminado vaya a
saberse por qué luz, le propuso a Héctor que comenzase a crear guiones para
historietas. Este no lo dudó y surgieron así los primeros grandes personajes de
la incansable mente de Oesterheld. Empezó a publicar en las revistas
Cinemisterio, Rayo Rojo y Misterix las historias de Alan y Crazy, el policial
Ray Kilt y Lord Commando (la primera historieta de guerra hecha en Argentina). En
febrero de 1952 fue el turno del piloto de pruebas Bull Rocket. Y el 9 de enero
de 1953 se publicó El Sargento Kirk con dibujos de Hugo Pratt. Kirk era un
desertor asqueado del 7mo. de Caballería y se convirtió en un renegado,
llevando una vida errante a través del desierto.
En 1955 se asoció con su hermano
Jorge y fundaron su propia editorial, Frontera. Editaron versiones noveladas de
Kirk y Bull Rocket y en 1957 sacaron las revistas Hora Cero y Frontera.
En esos tiempos “apareció en
escena” el corresponsal de guerra Ernie Pike, dibujado por el tano Pratt y con
rasgos inequívocamente parecidos a los de Oesterheld. En Pike quedaba claramente reflejado el costado humanista de Héctor
Era una historieta en la que los héroes no tenían por qué ser buenos y los
cobardes no debían ser necesariamente ruines y malvados. Allí el único “villano”
era la guerra. Pike estba inspirado en Ernie Pyle, verdadero corresponsal de la
Segunda Guerra Mundial, quien no narraba las grandes batallas sino pequeñas
historias secundarias, absolutamente humanas.
La lucha de Juan Salvo y los
sobrevivientes de una ciudad de Buenos Aires invadida por los Ellos; los
combates de la resistencia contra los Manos, los cascarudos, los hombres-robot
y los gurbos es quizás el momento cumbre de Oesterheld. El Eternauta se publicó
por primera vez en la revista Hora Cero en septiembre de 1957, con dibujos de
Francisco Solano López. Sin embargo la historieta tendría dos versiones
posteriores en las que influirán las posturas ideológicas de su autor.
Efectivamente, en 1969 salió una segunda versión del Eternauta publicada en la
revista Gente, con dibujos de Alberto Breccia. En ésta la invasión era el
resultado de un acuerdo traicionero entre el Norte y los Ellos, el Norte pactó
para salvarse y pagó con el Sur. En la primera versión, los países del Norte y
del Sur se unían solidariamente para enfrentar a los Ellos. Hubo muchas quejas
de los lectores de Gente (no entendían la presencia de esa historieta en una
revista de actualidad) y la editorial decidió que había que finalizar esa
inquietante publicación.
Un año antes, la editorial Jorge
Alvarez llevó adelante un proyecto basado en una serie de biografías, en
formato historieta, de importantes hombres de América Latina y le encargaron el
trabajo a Oesterheld. Salió un solo número, la vida del Che Guevara, con
dibujos de Breccia padre e hijo (Enrique). El gobierno militar de entonces
retiró de la venta el libro y secuestró los originales. El segundo número iba a
ser sobre Evita. Nunca salió.
En 1976, Oesterheld sacó El
Eternauta, segunda parte, en la revista Skorpio. Hubo desaveniencias con Solano
López por el giro radical que Héctor le había dado a la lucha de Juan Salvo.
Así, el escritor y el militante se convirtieron en uno solo y, en medio de un
ambiente muy denso, Oesterheld, integrante de la estructura de prensa de
Montoneros, tuvo que empezar a ocultarse y camuflarse.
En www.historieteca.com.ar/Eternauta/eternauta.htm
encontramos una detallada explicación de cada una de las versiones del “viajero
de la eternidad”. La historieta de Juan Salvo, la historia de Héctor
Oesterheld; la pasión de un personaje y la de su creador, el que creía
fervientemente en que “el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el
héroe individual, el héroe solo”
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