Un hincha de Boca de las primeras
décadas del siglo pasado, admirador del
arquero Américo Tesorieri, pensó
que la mejor manera de expresarlo era tomar un ritmo de murga y cambiarle
sensiblemente la letra. Así le rindió honores al portero señalando su
fantasiosa virtud de contener tiros desde los doce pasos acomodado en un
asiento. Podría decirse que a partir de ese día nació el género musical
conocido como “canto de la hinchada”.
Con versos ingenuos o palabras
soeces, con frases hirientes o mensajes cargados de ironía, quienes cultivan esta forma de
expresión realizan un minucioso
ejercicio de rima, métrica y entonación. Una vez adaptada la melodía a las
necesidades requeridas la pieza rumbea hacia su bautismo de fuego, hacia la
posibilidad de extenderse como canto popular en la comunidad futbolera o hacia
el más oprobioso de los rechazos.
Hubo fórmulas que apelaron a la
sencillez, sin necesidad de una gran elaboración: Lo vamo’ a reventar/ lo vamo’
a reventar (Tomado del original de Rodolfo Zapata “No vamo’ a trabajar”) o Dale
campeón/ dale campeón (con melodía de “Los muchachos peronistas”) formaban
parte del clasicismo de las hinchadas
Pero con el correr de los años el canto se transformó en un arte de expresión
complejo, en una postura de identificación ante propios y extraños, tan
importante como la camiseta y los trapos.
Con el auge, en la década del 70,
de los programas musicales en televisión (tales como “Música en libertad” y
“Alta tensión”), las hinchadas obtienen un material invalorable que en muchos
casos perdura hoy en día. Tony Ronald interpretaba, por ejemplo: “El amor como
el viento/ un día se va” y se reversionó como “Me parece que Boca no sale
campeón/ sale el rojo/ sale el rojo/ si señor”; Francis Smith decía “Movete
chiquita movete/ sacate esa timidez/ estoy hecho un demonio/ nadie me para esta
vez” y se transformó en “Movete River
movete/ movete dejá de joder/ esta hinchada está loca/ hoy no podemo’ perder”.
O en “La reina de la canción”: Pasa todos los días/ bailando sola en su
habitación/ sueña que la descubren/ para que baile en televisión” quedó como
“Muchas veces fui preso/ y muchas veces lloré por vos/ yo a Racing lo quiero/
lo llevo adentro del corazón”.
Esos eran tiempos de “Feliz domingo”
en canal 9, y Marcelo Dupré interpretaba inocentemente “No, no te vayas mi
amor”; las brigadas de las populares se apropiaron del estilo y lo
transformaron en un emocionado canto de despedida “No, no te vayas campeón/ oh,
oh, oh/ quiero verte otra vez”.
Cuando juega nuestra selección y
se grita: “Vamo’, vamo’ Argentina/ vamo’, vamo’ a ganar/ que esta barra
quilombera/ no te deja/no te deja de alentar”, tal vez no se recuerde el origen
de la melodía. Era una propaganda impuesta por José López Rega a fines de 1974
y que decía: “Contagiate mi alegría/ y reíte como yo/ que hoy es tiempo de
esperanza/ de buscarenlaunidadlapazquenosdaráelamor” (cántelo así como está
escrito porque si no se pierde la melodía).
Ejemplos hay muchos, pero si te
interesa tener un amplio panorama de la creatividad tribunera ingresá a www.canaltrans.com/deportes/hinchadacanta.html. Allí podrás consultar las canciones del club
de tus amores y su vez ver en que andan los hinchas de la contra, en lo que a
inspiración se refiere. Un dato interesante también es la posibilidad de leer
los gritos de aliento pertenecientes a simpatizantes de equipos extranjeros,
como América de Cali, el Olimpia paraguayo u Once Caldas.
Las canciones de hinchada que se
generan en la actualidad tienen sus raíces en la cumbia y en grupos como Los
Auténticos Decadentes, La Mosca y Los Piojos, entre otros. Pero todavía hay
lugar para alguna vieja joyita. Si no pregúntenle a un hincha de Argentinos
Juniors, por ejemplo qué es lo que siente cuando, con ritmo de Johnny Tolengo
(el personaje de Calabró) canta: “El día que me muera/ yo quiero mi cajón/
pintado rojo y blanco/ como mi corazón”.
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