FELIZ CUMPLEAÑOS MAESTRO; EN HONOR A SUS 64 AÑOS, ESTA SEMBLANZA DE ROBERT PLANT ESCRITA HACE TIEMPO POR ENRIQUE JONTEF PARA LA REVISTA LLEGAS
Terry Reid no estaba muy
convencido del ofrecimiento que le había hecho Jimmy Page. En realidad Reid,
cantante de Peter Jay & The Jay Walkers, tenía otros planes, que no eran
precisamente los de unirse a una banda que ni siquiera estaba formada todavía. No
obstante, Terry le sugirió a Jimmy que si quería un cantante para ese futuro
grupo fuese a ver a un muchachito rubio de voz aguda y estridente que
participaba de una banda llamada Hobbstweedle. Un veinteañero apellidado Plant.
Robert Anthony Plant, nacido en
1948 en West Bromwich, Sttafforchire siempre estuvo vinculado con el canto. A
la temprana edad de trece años comenzó un peregrinaje por distintas
agrupaciones. Lo que siempre le interesó a Robert fue el blues y el sonido de la
costa oeste americana. Y era innegable que el estilo de cantantes negros como Sonny
Boy Williamson y Bukka White influían sobre su estilo vocal. Robert cantó en
varios grupos antes de cruzarse en el camino de Page, entre ellos The Crawling
Kingsnake Blues Band (donde tocaba la batería un chico llamado John Bonham),
Black Snake Moan y The Delta Blues Band.
En 1966 Robert formó el grupo
Listen con un contrato con CBS de 3 singles pero no pasó nada. Luego estuvo con
The Band Of Joy, donde también tocaba Bonham. Pero todo fue demasiado inestable
y la ruptura se produjo a mediados de 1968. En ese tiempo Robert ya había
colaborado también con el músico de
blues, Alexis Corner. Cuando Page lo invitó a sumarse al proyecto “Lead
Zeppelin” (tal el nombre original, luego modificado por “Led”), Plant ya tenía
bastante experiencia como frontman.
Hacía falta un baterista y, claro
está, Robert no se olvidó de su amigo y así “Bonzo” Bonham pasó a formar parte
del cuarteto junto con el bajista y pianista John Paul Jones.
Se encerraron en un estudio y con
sólo treinta horas de grabación surgió Led Zeppelin I. Desde ese primer
registro quedaron claras dos cosas: la primera que los “gritos y susurros” de
Plant iban a ser una marca registrada del grupo y en segundo lugar la incidencia
del aporte compositivo de Robert. Allí comenzarían a reflejarse las obsesiones
de Plant, una mezcla de fantasía,
esoterismo y su pasión por Tolkien.
El cantante cultivaba un estilo
ambiguo pero avasallador sobre el escenario; camisas desabrochadas, jeans
ajustados, micrófono siempre en mano izquierda y ademanes sugerentes con la
derecha. Además un absoluto dominio vocal para interpretar blues, reggae, rock
fuerte y baladas. Los rankings estadounidenses e ingleses mostraban a Zeppelín
siempre al tope. Pero en la vida de Plant sobrevinieron problemas y tragedias
casi sin solución de continuidad.
Un accidente de auto sufrido en
Grecia junto a su esposa en medio de las presentaciones de Physical Graffiti,
en 1975, obligó a la cancelación de la gira. Con Plant fracturado en el tobillo
y en el codo, las grabaciones para el disco Presence las hizo sentado en una
silla de ruedas. Pero el peor golpe para Robert se produjo en 1977, cuando a
causa de una infección estomacal falleció Karac, el hijo de Robert de tan sólo
6 años. Fue un golpe letal para Plant que le generó un estado de semiretiro
y alejamiento de los escenarios. Los
rumores de una separación del grupo se hicieron evidentes. Sin embargo
siguieron juntos, sacaron un nuevo disco y dieron un recital memorable en
Knebworth ante más de doscientas mil personas. Pero un año más tarde moriría
Bonzo Bonham y Robert y Jimmy
entendieron que ya no había forma de seguir adelante.
Plant lanzó su carrera solista
con éxito manteniendo su estilo; hubo, eso sí algún tipo de reencuentro con
Jimmy Page (como el de la fiesta de los cuarenta años de Atlantic Records o en
No Quarter, un delicioso trabajo acústico del dueto).
En www.robertplanthomepage.com
puede encontrarse información detallada del blondo cantante y su actualidad. Ahí
podemos verlo un poco más viejo que EN aquellas épocas en las que Robert Plant
(o “Roberto Planta” como graciosamente fue rebautizado en estos pagos) se
transformaba cada sábado de trasnoche en el amigo entrañable de un grupo de
devotos incondicionales. Esos que visitaban el cine Lara de Avenida de Mayo
cada vez que se proyectaba “La canción es la misma” solo para ver, una y otra
vez, a Roberto en acción.
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